A lo largo de los años se ha intentado aplicar el Enfoque Centrado en la Persona a distintos ámbitos. ¿El mío? El teatro. Desde octubre llevamos investigando cómo incorporar Rogers con unos objetivos muy claros. ¿El resultado? “Permíteme que te toque”, obra teatral que se representará todos los sábados de junio en Madrid. Pero, ¿por qué sentía la necesidad de crear teatro desde otra perspectiva? ¿Qué hallaba ejemplar en este enfoque que pudiera ayudarme? Y, sobre todo, ¿encontraría la manera de aplicarlo? ¿Cuáles serían las consecuencias? Hoy os contaré una historia, y por ende, un proceso.
No fue hace mucho tiempo cuando empecé a estudiar interpretación textual en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD), ilusionada, como todas las personas que empezamos algo que nos apasiona en un sitio al que escogemos pertenecer (o eso quiero creer). Mas, me encantaría que trajeras a tu mente las habladurías que se propagan sobre el mundo del arte: “Es muy competitivo”; “Todos/as se mueven por interés”; “Te obligan a hacer cosas que no quieres hacer”; y un largo etcétera.
Pues bien, desgraciadamente, en mi experiencia aseguraré que son ciertas, que más que aportar fue un campo de batalla donde estuve a punto de perderme en numerosas ocasiones. Y esto es muy triste. Y no solo por mí. Sino porque el arte está definido por la RAE como “actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento”. ¿Por qué entonces las instituciones que rigen la expresión humana están tan deshumanizadas? ¿Qué es lo que estamos reflejando en nuestras obras artísticas si en vez de profundizar en nosotros/as mismos/as, las creamos desde mecanismos de defensa? ¿Y cómo no vamos a defendernos si estamos en un espacio lleno de juicios y presiones? Si dos cosas tenía claras eran: que así no se podía trabajar bien y que yo no deseaba esto.
Así pues, mientras terminaba el grado en plena odisea del COVID-19, decidí ahondar en la relación entre las dos disciplinas, la psicología y las diferentes técnicas de actuación, tan conectadas entre ellas. Mi descubrimiento fue que la rama humanista no estaba incluida directamente en ninguna. Se hablaba de la escucha activa, de la empatía, de la aceptación incondicional hacia tus personajes… Sí. Rogers. ¿Cómo aplicarlo?
En octubre de 2020, empecé a estudiar la especialidad en el Instituto de Interacción y reuní a dos actrices para investigar diferentes aspectos teatrales que desembocarían en el montaje de “Permíteme que te toque”, una obra que escribí hace un par de años. Fue en este momento, cuando traté realmente de transformar los conocimientos que aprendía en clase a mi ámbito. Estos eran los objetivos:
- Lograr un espacio libre de juicios donde la expresión personal fuese libre. Para ello, en numerosas ocasiones nos sentábamos como si se tratara de un grupo de encuentro; el parar un ensayo por necesitar hablar algo estaba permitido; etc. Íbamos desarrollando la escucha, la comunicación y el apoyo entre nosotras como compañía.
- Profundizar en las emociones (tanto de las actrices como de los personajes) desde el acompañamiento terapéutico. Entre otras cosas, para que no causase tanta agresión cuando alguien se compartía (he de especificar que el proceso de encarnación de un personaje siempre parte desde uno/a mismo/a).
- Devolver el teatro al “pueblo”. Cuantas más personas pudieran participar, más rico sería lo que contara la obra. Yo no quería que fuese mi dramaturgia, sino una creación colectiva. Esto desembocó en la grabación de 38 entrevistas a diferentes individuos usando Rogers y la proyección.
Nueve meses creando y lo que más me sorprende es la cantidad de personas que se han compartido abiertamente con nosotras, cómo hemos sido capaces de reunir tanto material de una calidad humana indudable gracias a la escucha, a la empatía, a la congruencia y a la aceptación incondicional. No ha sido un proceso fácil, de hecho, ha costado mucho trabajo y esfuerzo, pero si de algo estoy segura es que de aquí saco el aprendizaje necesario para lograr que sea más sencillo y normal. Sí, ojalá se normalice que nadie eche en falta una figura autoritaria, que nadie se reprima el expresarse, el sentir y el compartirlo, que todos/as nos sintamos aceptados/as.
Ahora, a las 22:00 los sábados de junio, nos reuniremos a mostrar este resultado con vosotros/as en la sala de teatro La Usina, en Madrid, bajo el nombre de “Permíteme que te toque”. Esperamos que lo disfrutéis. Ah! Y gracias a Rosa Velasco por su apoyo.
“B: A veces trato de ver en los ojos de otra persona si existe algo más que una apariencia.
A: No somos piedras.
B: Pero nadie se atreve a observar. “
Por el arte y la humanidad.
Lidia Hermar
lidiahermar@gmail.com