A partir de hoy ya tienes a tu disposición una nueva meditación guiada, la octava, en el rincón de nuestra web titulado ‘Meditar con García-Monge’. Como en anteriores ocasiones comentamos, se trata de un material grabado de modo no profesional pero que consideramos valioso y útil para las personas interesadas en el tipo de meditación que nuestro presidente de honor lleva años impartiendo. Un recurso gratuito al alcance de todos.
En esta ocasión hemos recuperado un audio titulado ‘Mi yo y los otros’. Como el propio José Antonio expresa: “La palabra yo simboliza mi identidad, reconoce mi mismidad, expresa corporalmente mi presencia. La palabra yo es difícil porque psicológica-mente es necesaria y espiritualmente es complicada. Con otros autores psicoespirituales afirmo: ‘dividimos la vida en dos mitades. La primera mitad es para aprender a decir yo y la segunda mitad es para olvidarse del yo’.
El cultivo del yo sano es necesario para devenir personas maduras pero, al mismo tiempo es peligroso y arriesgado porque el yo puede equivocarnos respecto al nosotros mismos, al mí mismo. Puede agrandarse desmesuradamente como un globo y entonces el mundo, otra vez como los niños, es un inmenso yo. Puede empequeñecerse y generar una imagen de mí mismo indigno, culpable de ser yo, casi pidiendo permiso para poder andar por la calle como un pequeño gusano.
El yo inseguro tiende, frecuentemente, a depender de otros sin saber nunca quién es de verdad o a oprimir a otros para tener una huella dolorosa de nuestra propia identidad. El yo afirmado es un yo-tú: respeta al otro, se dice ante el otro y con el otro y al mismo tiempo se reconoce en la soledad y mismidad insustituible e irrepetible.
Es sano amar al yo pero el amor es más grande que el yo. Tal vez es lo único que libera al yo de su propia esclavitud. Es verdad, no puede hacernos olvidar que para comprometernos en el amor tenemos, previamente, que consolidar el yo, sabernos en nuestros límites y probabilidades, en nuestra capacidad de fidelidad a lo real y de cauce amoroso vinculado y vinculante.
Frecuentemente, educaciones más tradicionales y rigurosas pretendían hacer de la muerte del yo una pedagogía pseudoespiritual. Al yo no hay que matarle, sencillamente hay que cuidarlo para que madure y nos permita autotrascendernos. La tarea de encontrar nuestro yo profundo. Nuestra verdad más honda va más allá de las afirmaciones sociales de nuestro yo y tiene en la introspección, la meditación, el amor, sus herramientas más importantes” (Treinta palabras para la madurez. Jose Antonio García-Monge. Desclée de Brouwer)