El 4 de Febrero se cumplen 36 años de la muerte de Carl Rogers. Nació el 8 de Enero de 1902, hace 121 años. Su propuesta sigue siendo hoy tan revolucionaria como lo fue hace 50 años, quizá más, incluso. En el Instituto de Interacción llevamos más de 40 años ofreciendo un espacio de formación y profundización en su legado. El próximo jueves 2 de febrero de 20,30 a 21 h (hora en España) Rodrigo Gurrea y Daniel Troyse se conectaran en directo a través de Zoom para compartir porqué sigue siendo hoy valioso y profundo el enfoque creado por Carl Rogers. Evento gratuito con inscripción previa en info@institutodeinteraccion.es (poniendo en el asunto ‘Directo Rogers’).

Hay un dilema grande al seguir a un maestro: por un lado nos aporta seguridad andar el camino que ha trazado y a la par nos limita. Quizá es simplemente cuestión de tiempo, de aprender lo suficiente para que, tarde o temprano, cojamos carrerilla suficiente para lanzarnos a un vuelo propio.

Al fin y al cabo, los aprendices hacemos lo que queremos con lo que nos dice el maestro. Lo deformamos para que cuadre con nuestras ideas y tendencias. Es como jugar a te hago caso para sentirme seguro y así poder seguir haciendo lo que vengo haciendo desde el principio”. Quizá tenemos que pasar por confiar en el maestro externo para aprender a confiar en nosotros mismos.

Esto significa que en el camino de todo alumno está el alejarse del recorrido del maestro. No se trata de dar la espalda o de ir en contra; quizá se trata de convertirse en otra cuenta más en la infinita cadena de conocimiento. Ahora, si la enseñanza que se sigue es la de la autenticidad, entonces el proceso de individuación del aspirante no sólo es esperable sino que es un imperativo. Quizá por eso a Carl Rogers le fastidiaba tanto que se hablara del enfoque Rogeriano.

Siempre estuvo a la caza, como quien sigue el rastro de un alce en medio del bosque, de la autenticidad. Es lo que quería para él y para todo quien se le acercara. Uno de los elementos clave en la “persona que funciona plenamente” (frase suya) es la capacidad de ser transparente frente a uno y los demás. También es la primera de las condiciones actitudinales que propone como necesaria en el terapeuta para establecer un clima favorecedor del crecimiento. En sus propias palabras “El término «transparente» captura el sabor de dicha condición; el terapeuta se hace transparente ante el cliente; el cliente puede ver claramente lo que el terapeuta es en la relación; el cliente no experimenta retención alguna por parte del terapeuta. En cuanto al terapeuta, si lo que experimenta está a disposición de su consciente, puede ser vivido en la relación y comunicado si es apropiado. De ese modo habrá una compatibilidad absoluta, o congruencia, entre lo que se experimenta a nivel visceral, aquello de lo que se es consciente en un momento dado y lo que se expresa al cliente.” (El camino del Ser, 1980). Hace referencia a dos niveles de congruencia, uno es interno y se refiere a la conciencia que puede tener uno sobre lo que de verdad sucede dentro de sí. El otro tiene que ver con la capacidad de relacionarse y comunicarse con el entorno en función de eso de manera directa, espontánea y honesta.

Para los que queremos seguir esta propuesta, puede resultar muy confuso. Me acuerdo de mi propia formación donde me daban ganas de tirar la toalla. Creo que fue la relación tan cálida que se dio con quienes aprendí y supervisé durante mucho tiempo -Javier Ortigosa y Eulalia Gil-, lo que me ayudó a aguantar el tirón. Pero recuerdo que era casi esquizofrénico. Por dentro era la sensación de tirarme de los pelos y gritar ¡Tengo que ser persona, auténtica y espontánea, y a la par que haga lo que me dicen!  Había días que era un verdadero embrollo.

Han pasado años ya y ahora me toca acompañar en formación a personas que quieren moverse con los valores propuestos por Rogers en la relación de ayuda. Y me sigo encontrando con este dilema para el que no siempre tengo una respuesta acertada. Pero ahora, en la tranquilidad de mi escritorio y jugando a encontrar palabras me siento confiado para esbozar algunas pistas que ayuden a salir del laberinto:

  1. Por simple que pueda sonar, es fundamental el hecho de que Rogers no quiso formar escuela. Como casi todos los grandes maestros, simplemente se abrió a compartir lo que rugía en sus entrañas y a dejarse acompañar por quienes querían caminar cerca. Si nos viese a los psicoterapeutas actuar en consulta no nos juzgaría en función de lo que está bien o mal hecho, se interesaría en cómo nos sentimos mientras lo hacemos y qué es lo que nos lleva a ello.
  2. La mayoría de los que queremos seguir el rastro dejado por Rogers lo hacemos porque nos conmueven sus valores humanistas y su actitud de profundo respeto por la persona. Esto supone que hay en nosotros una motivación por aprender algo que aún no está del todo maduro dentro de nosotros; hay un período natural de incubación antes de salir a jugar.
  3. La autenticidad, la congruencia tiene dos caras, la interna y la externa. La segunda tiene sentido sólo cuando existe la primera. Esto significa que voy a ser realmente transparente frente a ti sólo cuando lo que manifieste represente mi mundo interno, para esto es imprescindible que tenga suficiente consciencia de lo que sucede en mis tripas. El periodo de incubación que menciono arriba requiere, principalmente, que alcance suficiente claridad sobre lo que sucede dentro de mí antes de ponerme al servicio de otra persona.
  4. Llegado el momento oportuno y habiendo recibido los nutrientes necesarios, como la manzana que pesa lo suficiente y se desprende el árbol, será momento de abrirnos a descubrir quiénes vamos a ser en el encuentro terapé Aquí es cuando empieza el verdadero enfoque Rogeriano (por decirlo de alguna manera) -lo vivido con anterioridad es una especie de prototipo. Lo que seguirá a continuación entra en el terreno de lo desconocido y necesitará de toda una vida para ir tomando forma.
  5. Los valores y actitudes que movieron a Rogers pueden coger infinidad de formas distintas. No podemos juzgar la disposición del terapeuta por la apariencia de su conducta, y no hay para qué Rogers no quiso instruir en formas específicas de actuar sino compartir su manera de darle cuerpo a los valores que él percibió relevantes en la relación de ayuda.
  6. Como acompañantes, aparecerá la duda cientos de veces, experimentaremos bastante confusión respecto a qué camino seguir. Es imposible que no sea así. Pero tenemos una brújula que nos dejó Rogers: la persona que tenemos delante. Escucha. Simplemente escucha. La Autenticidad, la Empatía y la Consideración positiva incondicional se apoyan más en lo que no hacemos que en lo que sí

En unos días se inicia un nuevo curso online sobre su modelo, el Enfoque Centrado en la Persona. Para tener más información pincha aquí

Daniel Troyse

A partir del 9 de enero el horario de secretaría del Instituto de Interacción será de lunes a jueves de 16 a 20h