La técnica de la caja de arena, también conocida como sandplay, fue creada por la psicoterapeuta de origen suizo Dora M. Kalfflos en la década de los cincuenta. Ella se inspiró en la psicología analítica de Carl Gustav Jung y en los trabajos de la psiquiatra infantil Margarita Lowenfeld.

 

Se utiliza principalmente para acceder a información en la que el paciente no ha reparado de manera consciente. La autora decidió reunir todos sus conocimientos y experiencia sobre esta técnica en el libro “Sandplay: A psychotherapeutic approach to the psyche». En esta guía explica con detalle cómo utilizar esta herramienta para lograr sanar el malestar de los pacientes.

 

La caja de arena es una herramienta terapéutica que puede aplicarse en niños, adolescentes y adultos. Lo que hace que sea muy especial es que utiliza como elemento central el juego.  Gracias a ella es posible crear un escenario estimulante donde los pacientes pueden trabajar el procesamiento de sus emociones, experiencias y conflictos, ya que permite la expresión del mundo interno de la persona.

 

La caja de arena trae consigo de vuelta un elemento importante en nuestro desarrollo mental infantil: el juego. Ese juego creativo que se produce en la arena explora los antiguos patrones arquetípicos que forman parte del paciente. Es la propia acción del juego en la arena (la visualización, la elección personal y la forma en la que se colocan las miniaturas en la arena) la que activa esa dimensión arquetípica interna. Desarrollar el juego permite a la persona plasmar contenidos inconscientes en un escenario lúdico y libre de estrés, lo que favorece la comodidad y la libertad para expresarse.

 

Con la caja de arena se consigue crear una representación simbólica donde entra en juego la imaginación, el razonamiento y también los sentidos. El hecho de realizarla en silencio y sin interferencias permite que el terapeuta no perjudique esa expresión del mundo interno.

 

Como comento al principio, la caja de arena es una técnica utilizada en todas las edades. Sin embargo, en la infancia es particularmente útil. Los niños, especialmente los más pequeños, pueden tener dificultad para expresar sus emociones y pensamientos. Esta estrategia hace posible sortear la posible resistencia del niño a hablar sobre ciertas cuestiones, ya sea porque teme las consecuencias de hacerlo, porque alguien le ha pedido que no lo haga o porque en su mundo interno está muy alejado de la conciencia.  Al utilizar un medio no verbal, esas barreras se eliminan y es posible comprender mejor su visión del mundo y de lo que le sucede. Los más pequeños suelen tener dificultad para expresar lo que sienten y piensan de manera verbal, especialmente cuando se han vivido experiencias traumáticas.

 

Por ello, esta técnica utilizada en psicoterapia permite plasmar a la persona su mundo interno sin sentirse explícitamente evaluados. Dando una oportunidad de trabajar y elaborar de manera consciente aquello que la persona trae.

Leire Pardo: Psicóloga especialista en infarto-juvenil del Instituto de Interacción de Madrid

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